¡Feliz 1! 2014 se perfila como el año 1 de la realidad virtual doméstica y las perspectivas no podrían ser más alentadoras. Se nos va a hacer muy larga la espera hasta la versión comercial de Oculus Rift y los primeros juegos pensados para sacarle el máximo rendimiento, pero la cuenta atrás para el CES de las Vegas está a punto de terminar y pronto tendremos motivos para continuar repletos de optimismo e impaciencia.
La llegada del Oculus Rift DK1 en 2013 se podría considerar como el primer hito, o año 0, de la realidad virtual doméstica. Palmer Luckey sorprendió al mundo lanzando un dispositivo que abrió los ojos a todos y demostró con creces que esta vez sí, tras los fracasos previos en la década de los 90, había llegado la hora de la realidad virtual doméstica. Después de haber vendido más de 40.000 unidades, al fin Oculus VR logró hace unas semanas acabar con la lista de espera, y ahora todo el que pide un DK1 lo recibe en apenas una semana.
Pero el "viejo" DK1 va a dejar paso a su sucesor durante los próximos meses. Es evidente que Oculus VR es la gran estrella y el Rift el dispositivo más esperado por todos, pero 2014 marca la llegada de nuevos jugadores que aspiran a obtener un suculento trozo de pastel. Todos damos por sentado que Sony anunciará un dispositivo de RV la semana que viene en el CES, y otros interesantes proyectos como InfinitEye, Avegant Glyph, castAR, vrAse o 3Deva podrían ver la luz a lo largo de este año. ¡Vaya año!
Tampoco podemos olvidarnos de los andadores o threadmills. Virtuix comenzará a enviar las primeras unidades del Omni entre marzo y abril, y Cyberith todavía no ha anunciado la campaña de crowdfunding de Virtualizer, que nos ha dejado con la boca abierta en más de una ocasión con sus espectaculares vídeos.
En cuanto a los dispositivos de control, es evidente que los teclados, ratones y gamepads comienzan a parecernos arcaicos en los mundos virtuales. Razer Hydra ha vivido una segunda juventud con la llegada de la realidad virtual, después de haber pasado casi de puntillas delante de nosotros desde su lanzamiento en 2011, pero su sucesor STEM, fabricado directamente por Sixense tras una exitosa campaña de crowdfunding, promete corregir los fallos del Hydra y buscará convertirse en un complemento indispensable para los poseedores de un HMD. ¿Y qué podemos decir de Delta Six? Aparentemente reúne todos los ingredientes para convertirse en nuestra inseparable compañera en los juegos de acción.
Es evidente que hay muchos fabricantes, muchos intereses y un gran mercado por explotar. Los consumidores estamos impacientes, y todos cruzamos los dedos para que podamos utilizar nuestros dispositivos sin problemas con una amplia variedad de juegos y aplicaciones. Y es que este podría ser el gran talón de Aquiles de la realidad virtual: distintas plataformas, distintos SDKs y distintos dispositivos que realizan la misma función. Parece que Valve intenta poner orden y ha creado el estándar OpenVR, pero lamentablemente apenas sabemos nada del mismo: ¿estará limitado a los visores? ¿Tendrá la opción de manejar dispositivos de control como andadores, armas o controladores? También sabemos que tanto Delta Six como Sixense STEM mantienen una buena relación con Virtuix y se están asegurando de que sus dispositivos puedan trabajar sin problemas de forma conjunta, pero aún no sabemos exactamente qué es lo que tienen pensado. ¿Tal vez ofrecer un SDK conjunto?
Este es nuestro mayor deseo para 2014: que reine el sentido común. La realidad virtual y la realidad aumentada están llamadas a cambiar el mundo, se pueden convertir en la mayor revolución de los últimos años... pero si cada uno hace la guerra por su lado, tal vez no haya ningún vencedor, y muchos derrotados. La industria del entretenimiento digital está muy madura y debe aprender de sus errores. Grandes compañías con productos magníficos han terminado mordiendo el polvo. Gravis UltraSound, Aureal A3D y 3Dfx fueron grandes, pero apostaron por estándares propietarios y terminaron bajando la persiana. Los consumidores queremos grandes productos, y los fabricantes nos los quieren vender. Hay ingredientes para poner en marcha una verdadera revolución, y nadie, ni el más pesimista, baraja la posibilidad de un nuevo fracaso.